Pues yo creo que, por dos razones básicas, el artista no quiere el protagonismo del personaje, sino que quiere mostrar la grandeza del paisaje en sí, así que no tenía mucho sentido que el personaje mirara al espectador, sino al paisaje.

La admiración que Friedrich sentía por la naturaleza, quedó patente en muchas de sus obras, y sobre todo de la belleza de la naturaleza en situaciones extremas.

Es una obra maravillosa por otro sentido, al espectador no le cuesta mucho trabajo ponerse en la situación del personaje del cuadro, llega a parecer que eres tú el que está admirando el paisaje.

Es una obra cromáticamente fría, pero se aprecian unos tonos rojos y anaranjados en algunas nubes, o era por la mañana, o era por la tarde.

El artista también nos quiere mostrar el viento que hacía, así que pinta las nubes con un ángulo de 45 grados, haciéndonos ver que el viento sopla de derecha a izquierda, además pinta unos mechones de pelo del personaje mecidos al viento a la izquierda de su cabeza, consigue ponerte en situación.

Un detalle más sobre el original, es que fue pintado en 1818 y se encuentra en el «Museo Kunsthalle» de Hamburgo, Alemania.

Esperamos que os guste esta reproducción y hasta la próxima.